11 de marzo de 2013

Cuidado con la influenza

Luego de disfrutar de una reunión familiar, Alondra Martínez (seudónimo) fue a darle un beso de buenas noches a su hijo Andrés, de dos años, cuando se percató de que el menor estaba irritable y le picaba la piel. Al poco rato, vio cómo el niño tenía unas ronchas en su rostro, picadas que se extendían al resto de su cuerpo.
“Estaba forrado y rápido le dije a mi esposo: ‘Vamos al hospital’. Me preocupaba que fuera influenza o dengue”, contó Martínez, quien llegó a un hospital del área metropolitana pasada la medianoche.
Días antes, el menor se había ausentado del centro preescolar privado en el área metropolitana donde está matriculado, ya que padecía de una condición respiratoria que le había producido mucha mucosidad.
“Como estaba faltando, la maestra me llamó y me comentó que otros niños en el salón habían arrojado positivo a influenza”, dijo Alondra.
Aunque los padres del niño estaban vigilantes al desarrollo de algún síntoma del virus, no fue hasta días después que presentó ronchas en su cuerpo y un aparente malestar general.
“Nunca le dio fiebre ni dejó de comer. Estaba bien, hasta entonces. Cuando lo vi así (con el rash), fue que salimos rápido al hospital”, explicó.
Tras hacerle unos laboratorios sanguíneos, la prueba diagnóstica de influenza y una placa de pecho, el pediatra de turno que atendió al menor les notificó que el niño había arrojado positivo al virus de la influenza.
“Empecé a llorar y el médico rápido me dijo que me iba a dar la receta para el tratamiento y que, si el nene estaba yendo a un cuido, no podría volver por los próximos cinco días”, comentó Alondra.
Como eran las 4:00 de la mañana, la familia acudió a su hogar. Fue a la mañana siguiente cuando se enfrentaron con la dificultad de que no aparecía el medicamento recetado, el antigripal Tamiflu, en ninguna farmacia.
“Fuimos a una farmacia (de una cadena multinacional) que queda cerca de casa y no tenían. Empezaron a llamar a otras farmacias y no había en ninguna”, aseguró Alondra, quien no podía ocultar la creciente desesperación que fueron sintiendo ante esa situación.
El medicamento apareció, finalmente, en una farmacia de la comunidad del área metropolitana.
“Me dieron parte de la dosis, para dos días, y tengo que regresar mañana (hoy) para que me completen el resto”, señaló la mujer.
Pero, al llegar a su hogar, cuando se disponía a darle la medicina al menor, Alondra se percató de que la botella contenía un polvo. Cuando se comunicó con la farmacia, le indicaron que debía mezclarlo con agua destilada.
“Mi preocupación ahora es que, como esto (la influenza) se parece tanto a un catarro y como muchos papás tienen que trabajar, lleven a los nenes enfermos a la escuela y el mío se vuelva a enfermar”, mencionó.
Recalcó, además, que como madre trabajadora le preocupa que ahora tendrá que ausentarse de su trabajo durante, al menos, cinco días.
“Para uno es difícil, pero, sobre todo, me preocupa la cantidad de nenes posiblemente contagiados en las escuelas y que no faltan porque los papás tienen que trabajar. Hay que estar pendientes de los síntomas”, sostuvo.

Sacado de aquí.

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